El niño interior sí existe — y se puede sanar
- Patricia Tanus
- hace 6 horas
- 3 Min. de lectura

Hace unos días escuché el reel de una psicóloga en donde afirmaba que el niño interior no existe, y por lo tanto, no se puede sanar. Esta afirmación me resonó como una negación profunda de lo simbólico, lo emocional, y lo vital que es este arquetipo en nuestra vida.
El niño interior no es una figura clínica, sino un símbolo ancestral que guarda lo que se quedó en pausa, lo que se reprimió, lo que se negó, lo que se lastimó… y también lo que nos hace brillar, crecer y evolucionar.
Sanar al niño interior no es una técnica ni una moda, es un acto de soberanía emocional. Es reconocer lo que fue excluido y darle un lugar en nuestra vida actual, con madurez, consciencia y propósito. Es reeducar el corazón, abrir espacio para el gozo, la ternura y la autenticidad. Es permitir que la memoria emocional se transforme en presencia creativa.
Esto me recuerda a ese versículo donde Jesús dice:
«Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él» LUCAS 18:16-17
El niño como arquetipo simboliza la pureza, la inocencia y la capacidad de experimentar la vida. Comúnmente cuando somos niños vamos teniendo experiencias que nos merman, que nos marcan, lastiman o desconectan de nuestro potencial. Así que cuando Jesús pide que dejemos que ese niño inocente, dispuesto a experimentar la vida, a soñar se acerque a Él, no es porque tengan exclusividad, sino porque es un requisito para poder estar abiertos a la magia que nos da Dios.
Como te compartía anteriormente, cuando hablamos de sanar al niño interior, es porque este arquetipo representa lo que se quedó en pausa: momentos congelados en el tiempo, emociones que no pudieron expresarse, juegos que no se jugaron. También lo que se reprimió: deseos, rabias, curiosidades que fueron juzgadas o silenciadas. Lo que se negó: partes de nuestra identidad que no fueron validadas, como la sensibilidad, la intuición o la espontaneidad. Lo que se lastimó: heridas emocionales, traiciones, abandonos, palabras que marcaron o perdidas invaluables. Y también lo que nos hace brillar: la capacidad de asombro, la creatividad sin juicio, la alegría que no necesita permiso, porque aquí es justo donde esta el reino del Señor, donde sentimos vida, gozo, plenitud, completud, etc.
Sanar al niño interior es un acto ritual que implica invocar lo que aún vive, invocar la luz, el brillo, la pureza. Es una forma de volver a casa, de habitar el cuerpo con ternura, de permitir que la alegría sea parte de nuestra práctica espiritual y de nuestra vida cotidiana.
Así que como en cada blog, aquí te comparto cinco formas de reconocer e integrar al niño interior en nuestra vida cotidiana (recuerda que esto no sustituye ningún proceso terapéutico, y si es necesario el acompañamiento da el paso de pedir asistencia para que puedas reconectar con tu potencial de una forma segura, amable y confiable:
Escucha tus reacciones exageradas. Cuando algo te duele más de lo que “debería”, probablemente es tu niño interior hablando. Pregúntale: ¿Qué parte de mí se sintió ignorada, rechazada o sola? ¿Qué duele? Toma nota en tu diario y dale seguimiento.
Haz espacio para el juego sin propósito. Jugar sin meta, sin utilidad, sin productividad, es una forma de invocar al niño interior. Pinta, canta, baila, haz burbujas. El juego es medicina. De hecho no se en dónde esta estipulado que a cierta edad esta prohibido jugar con juguetes. Juega!!!
Revisa tus fotos de infancia. Mírate a los ojos. ¿Qué necesitaba esa niña o niño? ¿Qué soñaba? ¿Qué le dolía o le hacía falta? Escríbele una carta y guárdala en un lugar especial. Háblale en voz alta pero amorosa de forma cotidiana, invítala a ser parte de ti.
Detecta tus autoexigencias. ¿A quién intentas complacer? ¿Qué parte de ti cree que no es suficiente? El niño interior suele cargar con mandatos familiares. Libéralo con amor.
Ritualiza el reencuentro. Enciende una vela, pon una canción que te gustaba de niñ@, y di en voz alta: “Hoy te reconozco. Hoy te doy lugar. Hoy te amo sin condiciones.” Hazlo cada vez que lo necesites.
El niño interior no es una fantasía, tampoco es un niño real y palpable, es una parte viva de nuestra psique, una fuente de creatividad, vulnerabilidad y verdad. Negarlo es negar la posibilidad de sanar desde la raíz. Reconocerlo es abrir la puerta a una vida más plena, más libre, más nuestra.
Deseo que tu niñ@ interior este colmado de bendiciones, de talentos y de tanto amor que no puedas hacer nada más que SER TU MISM@!!!
Con cariño
Patricia Tanus.



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